Un hilo para salir del laberinto

DISCURSO A LOS EGRESADOS DE 5TO. AÑO 2023

Estimadas autoridades del Nivel Secundario: Director y vicerrector Prof. Fabián Gómez, Prof. Gabriela Martino y Prof. Ramiro Videla, vicedirectores. Directores de Pastoral Prof. Alejandro Olivera y P. Emanuel Vega, SJ, Educadores.

Estimadas familias y amistades presentes,

Queridos chicos:

El otro día en la vuelta que dieron para despedirse del Colegio me imaginaba que en el recorrido iban llevando un hilo con el que se ataban muchos de sus recuerdos mientras cruzaban de un patio a otro. Y entonces pensé: qué buen regalo para ustedes podría ser un hilo. Sí, un hilo para poder volver

Cuenta la mitología griega que la princesa Ariadna, hija del Rey Minos de Creta, ayudó a Teseo, hijo del rey de Atenas, a liberar al pueblo del Minotauro que se encontraba destinado a vivir en el laberinto dándole un hilo para que pudiera encontrar la salida que nadie había podido lograr. La ingeniosa estrategia le permitió a Teseo vencer a la bestia tan temida por los ciudadanos y que aplacaban su furia dándole de comer la carne de 7 varones y 7 mujeres jóvenes atenienses. 

Pienso que al cerrar esta noche cuando salgan por la puerta de san Martín 1540, su condición de exalumnos de la Inmaculada los dejará libres para seguir su vocación en medio de muchos caminos que se les presentarán. Caminos de toda índole que pueden convertirse fácilmente en un laberinto lleno de recovecos y giros inesperados. Y sí, la vida tiene un poco de laberíntica. Ojalá fuera sólo una autopista hacia Dios, pero no sería tan real. Nuestra libertad, cuando no está paralizada por el miedo o la coacción, cuando no cede al exceso ni al soborno de los afectos, muchas veces se muestra curiosa, exploradora, intrépida y hace que tengamos idas y vueltas. Es en ese vaivén que muchas veces podemos perdernos. Por eso quisiera que se vayan con un hilo para salir del laberinto. 

La estrategia de Teseo al entrar en el laberinto fue la de atar disimuladamente el hilo que le había dado Ariadna a un arbusto fuera del laberinto. Una vez cumplida su misión de derrotar al Minotauro lo que hizo fue enrollar el ovillo y salir. Me gustaría ofrecerles que puedan atar su hilo al “amor que nunca muere”. Porque ¿saben qué? Sólo el amor los sacará de sus laberintos. 

Muchas veces he tenido la oportunidad de encontrarme a exalumnos que vuelven al Colegio buscando paz, claridad, pistas para seguir caminando las complejidades de la vida, consuelo a los pies del cuadro de la Virgen, trayendo palabras guardadas que esperan escucha atenta. No les voy a mentir, la vida no es fácil. Es hermosa, sí, pero siempre hay, para quienes se la toman en serio, una cuota de cruz, de dolor, de esfuerzo, de atravesar fracasos, de sacrificarse. Y no siempre las fuerzas alcanzan. Es ahí cuando te encontrás en el laberinto de tus emociones, de tus sobrepensamientos, en la maraña de propuestas de un mundo conflictivo; cuando es necesario enrollar el hilo para salir volviendo. 

¿Y de qué está hecho ese hilo tan firme que resiste tanto? Primero, del amor de sus familias y de sus amistades, pero también de las múltiples experiencias de aprendizaje que hemos compartido aquí en el Colegio a lo largo de estos años y que les han transmitido los valores del hombre “con y para los demás” que intenta distinguirnos como hijos de la Inmaculada. Muchas veces, escucho hablar de los valores del Colegio. Bueno, esos valores que cada uno encuentra aquí tienen un elemento fundante que nunca deberíamos perder para que no se nos deshilache en superficialidades de moda. El elemento que amalgama el hilo de valores de la Inmaculada es Jesús. Todo lo demás es secundario. En Él radica su firmeza y su permanencia en el tiempo. De él vienen los hombres compasivos con quienes sufren, comprometidos inteligentemente con la realidad propia y social, conscientes y responsables de ser bendecidos por el amor de Dios, luchadores y libres para “amar a todos sin excluir a nadie, privilegiando a los pobres y construyendo la paz”, como reza la oración de la Iglesia por la Patria. 

Teseo se animó a entrar en el laberinto porque tenía dos cosas claras. Por un lado, el deseo consciente de desafiarse liberando a sus compatriotas del temido Minotauro que se estaba comiendo a la juventud de la ciudad que pagaba la mezquindad del Rey Minos de no haber dado el tributo a los dioses. Y, por otro, la confianza en que el hilo que le dio Ariadna sería la salvación después de cumplida su misión. Qué lindo sería verlos egresar con esas dos cosas: el deseo consciente y el hilo de la confianza. 

Con la fuerza de su deseo y la potencia de sus dones podrán llegar muy lejos tal vez, incluso derrotar al Minotauro de toda vida, pero sin el hilo no podrán saber cuál es el camino correcto. Ambos van unidos, que no se les separen. Con el deseo profundo de vivir en plenitud, con la convicción de que son personas valiosas, capaces de entregarse, inteligentes para servir y amar, astutas para el bien, buscadoras de la verdad, podrán caminar en el laberinto. Y, atando el hilo al “amor que nunca muere”, lograrán enfrentarse confiadamente a los minotauros que nos consumen a todos

El minotauro de la hipocresía careta y el de la superioridad moral frente a los que no son como uno; el minotauro de los consumos tapadores de vacíos no asumidos; el minotauro de la apuesta que monetiza las relaciones humanas hasta el hartazgo; el minotauro del exitismo demoledor de la salud mental y del tejido social; el minotauro violento que juzga sin saber y daña la dignidad del otro; el minotauro individualista del “sálvese quien pueda”; el minotauro del chantaje afectivo de quienes te exigen creer que todo depende de vos o de que se puede tener todo, ignorando que eso es pereza intelectual; el minotauro de las ideologías que parcializan y dividen apropiándose de lo que es un don; el minotauro de un fanatismo asesino y ventajero; el minotauro de una fe decorativa hecha de formas sin contenido o de emocionalismos sin sabiduría. 

Estoy convencido de que ese hilo que se llevan, atado a sus deseos más hondos y al “amor que nunca muere”, los hará salir adelante sabiendo que no están solos, que hay una tradición que los acompaña y un futuro esperanzador que los espera. Con el hilo podrán volver a lo fundamental, a lo que permanece con el tiempo, a lo que no cambia, mientras disciernen los mejores caminos que tomar para ser quienes desean ser a los ojos del buen Dios.

Esta comunidad educativa que hoy los despide les agradece con el corazón lo que han significado para nosotros cada uno con sus distintas trayectorias. Les agradece que se hayan dejado formar y que nos hayan enseñado un poco más a entregarnos con la humildad y el respeto con el que buscamos desplegar nuestros esfuerzos y dedicaciones. También les agradezco que nos disculpen cuando no hemos sido el ejemplo que merecen o no hemos estado a la altura de nuestros propios ideales. 

Queridos chicos, sé que nos vamos a extrañar, pero ya es tiempo de que vayan a desplegar las alas de sus deseos, sólo sepan que en este aquí y ahora está la herencia que hemos recibido como comunidad de la Inmaculada. Espero que con su hilo puedan volver cada vez que lo necesiten, pero sobre todo que con esos hilos tejan una historia de vida digna de ser contada entre lágrimas y risas. El amor que nunca muere seguirá vivo, vayan, vayan de la mano de Dios, él sabe dónde, cómo y por qué. 

Los queremos mucho. 

Gracias por escucharme.

P. Emmanuel Sicre, SJ
Rector

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