Aprendizaje en Servicio

El Colegio de la Inmaculada Concepción, dentro de sus objetivos pastorales, busca el “Formar hombres conscientes, compasivos y competentes, capaces de trabajar por la construcción del Reino de los cielos, desde la realidad particular en la que viven”. Tal objetivo requiere una total y profunda formación de la persona humana, un proceso educativo que intente la excelencia; y para ello se determinan entonces prioridades, se planifican experiencias y se privilegian criterios de formación.

A partir del año 2011, se incluyó en el Proyecto Curricular del Colegio el programa “Aprendizaje en Servicio”. Con esta experiencia se está asumiendo la intención de que los estudiantes puedan aprender – valores – poniéndose al servicio de los más necesitados.

La opción por esta forma de aprendizaje se hace atendiendo a la búsqueda de una excelencia; sabiendo que si bien la búsqueda de la excelencia académica es propia de una escuela jesuítica, pero solamente en el contexto más amplio de excelencia humana.

Los objetivos del programa “Aprendizaje en servicio” son:

  • Ser conscientes de sectores de la Humanidad que a veces no son tenidas en cuenta: niños, ancianos, enfermos, los más necesitados.
  • Valorar lo recibido de Dios y de la familia.
  • Ser sensibles ante todo tipo de necesidad.
  • Formarse en la capacidad de mejorar creativamente nuestra sociedad incluyendo las necesidades de los demás como parte de los proyectos personales.

Este programa pretende que los estudiantes logren un aprendizaje de aquellos valores que los hacen más y mejores personas para los demás, y que este aprendizaje – al ponerlos frente a una experiencia directa con el otro, especialmente el otro más necesitado – sea más significativo y profundo. Se busca que las experiencias de solidaridad no sean solo un gesto externo, sino que puedan partir de verdaderas experiencias que toquen el corazón para abrirlo hacia el otro y, en la medida de la edad, maduración y momento personal de cada uno, puedan acercarse con lo que cada uno es y puede, y salir al encuentro del otro para ayudarlo y acompañarlo.

Esta actitud de apertura, animada por la Fe en Cristo, se logra con la experiencia, el testimonio, la “cercanía”,  por eso se ofrece a toda la comunidad del Colegio (estudiantes, docentes, padres, exalumnos), espacios organizados de encuentro y reconocimiento de distintas realidades – niños, ancianos, familias carenciadas, con capacidades diferentes – propiciando  la oportunidad de que experimenten el llamado de transformar las condiciones de exclusión, de pobreza y de individualismo, en bien de todos, con opción preferencial por los más pobres.

Estos espacios concretos de tiempo y lugar para ayudar, son un medio eficaz de participación y compromiso al brindar la oportunidad de encontrarse con el otro, con un otro olvidado, sufriente, necesitado, y crear en ellos el desarrollo de la reflexión, conciencia y solidaridad.

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