Misión y Visión

MISIÓN

El Colegio de la Inmaculada asume la tarea educativa como participación en la misión apostólica de la Compañía de Jesús, en el marco de la misión evangelizadora de la Iglesia Católica. Por eso ofrece en la ciudad de Santa Fe, con una clara inspiración cristiana e ignaciana, un modelo de educación integral, humanizadora, personalizante y personalizada. Aspiramos a una educación de calidad portadora de valores, profundamente humanos y cristianos, comprometidos con la sociedad.

Participamos del sistema educativo público de gestión privada ofreciendo el servicio en los tres niveles. Contamos con programas de reducción de aranceles (Becas) para ayudar a las familias a enfrentar las dificultades socio-económicas y poder acceder a la educación que han elegido.

Concebimos al Colegio como comunidad educativa enraizada en la historia de la ciudad de Santa Fe y el País, fomentando el amor a la propia tradición cultural a través de experiencias concretas de acercamiento y aprecio de la misma y así desde una profunda valoración de lo propio, abrirse al encuentro de lo diverso y plural.

Por nuestra trayectoria histórica cuatro veces centenaria, compartimos con todos los miembros de nuestra comunidad la herencia espiritual, cultural y educativa, y la ponemos al servicio de nuestra ciudad y de nuestro país.

Como escuela católica, inspirada en el Evangelio de Jesucristo intentamos hacer posible un diálogo permanente entre fe y cultura a través de nuestra propuesta educativa. Inculturando el Evangelio, queremos descubrir y ayudar a descubrir las semillas del Verbo en la cultura actual. Educar hoy es educar en el mundo de la cultura global, de las nuevas tecnologías, de los cambios sociales y productivos, y ponerse en diálogo crítico desde la fe.

El Colegio de la Inmaculada, como Colegio de la Compañía de Jesús, consciente de que no es posible el servicio de la fe sin la promoción de la justicia, buscando la comprensión de las culturas y abriéndose a la comunicación interreligiosa, desea hacer de su Colegio un ámbito de diálogo, en el que se trasmita críticamente la historia.

Para el Proyecto Educativo del Colegio, atento a lo que San Ignacio decía, no es el mucho saber lo que importa, sino también el sentir, el saber con y el saber para. La calidad educativa se debe inscribir, entonces, en una teología y en una ética de los fines y los medios, subordinados siempre a la gloria de Dios, que es el bien de la persona humana.

En esta sociedad del conocimiento, la ciencia, la tecnología y los medios de comunicación son áreas de nuevas alfabetizaciones y de desarrollo de competencias diferentes en nuestros estudiantes. Reconociendo la necesidad de estos cambios, advertirnos sin embargo, su posible degeneración en competitividad sin límites y en individualismos que puedan crear nuevas fronteras de exclusión y sufrimiento, si no se enseñan y aprenden en un contexto moral.

Por ello nos comprometemos en la formación de personas competentes, pero no competitivas en el individualismo, con sentido de perfección, buscando el magis, con y para los demás.

La Pedagogía Ignaciana inspira y alimenta nuestro Proyecto Educativo Institucional que busca la aplicación organizada y creativa de esta visión y esta misión en el Colegio.

La Pedagogía Ignaciana, nuestra propia historia y el desafío que enfrentamos al educar a niños y jóvenes, nos hacen ser exigentes, ante todo con nosotros mismos, para no conformarnos con resultados mediocres y ocasionales, y nos urge en la renovación de nuestros métodos y en la actualización de la propuesta educativa.

VISIÓN

La propuesta educativa del colegio se inserta en la visión que Dios comunicó a San Ignacio.

La centenaria práctica educativa de la Compañía de Jesús fue plasmando un estilo propio que es fruto de esa visión.

Llevada adelante inicialmente solo por jesuitas, -hombres que se forman en la experiencia de Dios a través de los Ejercicios Espirituales-, transmiten dicha experiencia como la cosmovisión subyacente a todo contenido y al modo de proceder específico de esta forma de educación.

El Colegio se concibe como una comunidad en la que todos (jesuitas y laicos, estudiantes, docentes, familias, exalumnos y colaboradores) nos educamos y crecemos juntos.

El Colegio es un espacio donde el aprendizaje crea una cultura que se impregna por el espíritu comunitario de auténticos encuentros personales. Es un ámbito donde la comunidad es el origen (en cuanto se da en ella), el camino (en cuanto es el modo de recorrerla: en comunidad) y la meta (tender al perfeccionamiento de la comunidad y al aprendizaje de vivir en comunidad: la sociedad toda, la Humanidad, el Reino de Dios).

El aspecto comunitario se traduce en hacer presente el amor de Dios hacia los hombres, en hacer espacio para que se manifieste el Reino de Dios, su Espíritu entre nosotros encarnando los valores del Evangelio. Para este crecimiento de todos, el colegio promueve una maduración de la fe -personal y comunitaria- con sincero respeto de la libertad y el desarrollo evolutivo de cada persona.

Concebimos al “hombre” desde una visión integral de la persona humana, abierta a la trascendencia, en búsqueda de Dios, a través de Jesucristo y la Iglesia. Así, los mismos procesos educativos conciben a la persona íntegramente en sus dimensiones: espiritual, ética, cognitiva, afectiva, comunitaria, estética, corporal y sociopolítica.

Se tiende siempre a buscar lo mejor de la riqueza de cada persona individual pero en orden a la dimensión comunitaria –ya que el todo es superior a la parte-. En este sentido se busca realizar una gestión educativa de calidad en sus procesos y en sus resultados. Y desde esta visión se propone el magis y el liderazgo ignaciano “para en todo amar y servir” en el marco de la misión de la Iglesia en la Nación que vivimos. Formamos hombres para los demás y con los demás.

Frente a los desafíos de la sociedad argentina del Siglo XXI queremos ayudar a través de la educación a construir comunidades de fe, transformando sus miembros de ser solo habitantes para ser ciudadanos responsables y creativos que hagan realidad la dignidad de la persona humana, la defensa de la vida desde su origen, la convivencia ético-política en el sistema democrático y la paz en la justicia y la solidaridad.

Nuestra visión valora el esfuerzo de la conquista lenta y cotidiana de cada persona manifestada en el estudio diario, la reflexión y el pensamiento crítico, la participación responsable a través del diálogo, la amistad, el respeto al otro, la reconciliación, el apostolado social y el servicio comunitario.

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